martes, 19 de mayo de 2009

La cebolla y el Oso Dragón



Érase una vez una cebolla que de tanto estar al sol fue quedando amarilla y despidiendo un fuerte olor. Sus hermanas que no se exponían tanto, y seguían blanquitas empezaron a reirse de ella y a no querer aproximarse demasiado.
La Cebolla Amarilla se fue poniendo muy triste y decidió irse de su pueblo a uno donde nadie la conociera. Tenía la esperanza de ser mejor recibida. Pero no tuvo mucha suerte. Donde llegaba, se apartaban todos diciendo que su olor era demasiado fuerte, o que era muy fea con esas cáscaras quemadas y ya casi marrones.
La Cebolla Amarilla terminó llegando a un pueblito donde había una pensión e intentó entonces hospedarse allí por trabajo. La dueña al ver tamaña cebolla oscura y mal oliente pensó dos veces. Necesitaba quien le barriera e limpiara el gallinero y los fondos pero no la quería a la cebolla entre sus huéspedes. Luego dió con la solución. Mando a la Cebolla Amarilla a una piecita de atrás, al lado del gallinero, donde la señora guardaba codsas viejas. Le dijo a la cebolla que hiciera un aseo y le daba casa y comida en cambio de trabajo. La cebolla, ya desanimada y sin esperanzas, aceotó y así empezó una vida de soledad, donde casi no veía a nadie y se pasaba el dia limpiando y organizando la parte de atrás de la pensión.
Por esos días, llegó la noticia de un horrible Oso Dragón que estaba asolando la región. Con sus garras rompía hasta metal y de su boca largaba bocanadas de fuego que consumían todo. No quedaba nada de pié por donde él pasaba.
Con gran temor, la gente del pueblo vió como se fue acercando la noticia hasta que una mañana llegó el Oso Dragón al pueblo. Por donde pasaba, sin piedad iba asolando todo. Rompía con sus garras e incendiaba con su boca. Todo era ruina a su paso. Como su cuerpo era como coraza, ni las balas, ni las flechas, ni las piedras lograban hacerle daño. Desesperados gritaban todos viendo como se destruía todo a su alrededor.
La Cebolla Amarilla, escuchando tamaña conmoción, salió a ver que pasaba y justo apareciço frente al Oso Dragón que ya se preparaba para quemar a la pensión. Sin pensar dos veces, la Cebolla Amarilla empezó a sacarse pedazos, cáscaras trás cáscaras y meterlas por la boca del Oso Dragón en la esperanza de contener su fuego.
Entonces ocurrió el milagro. Con tantos trozos de cebolla que le tiraban, el Oso Dragón empezó a llorar. Y lloraba tan fuerte que fue apagando todo su fuego, hasta que se estinguió completamente.
Agradecido, le dijo a la Cebolla Amarilla que era la primera vez que podia respirar sin que le doliera el fuego por dentro. Que eso es lo que le hacía ponerse tan malo.
Todo el pueblo respiró aliviado y al volverse hacia la Cebolla Amarilla para agradecerle, se sorprendieron al encontrar a una cebolla más flaca, pero blanquita y hermosa. La Cebolla Amarilla cambió de nombre. Pasó a llamarse Cebolla Dichosa y fue feliz para siempre y por siempre.

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